jueves, 25 de junio de 2015

"I´m a Diva"

La difícil labor de ser una “Diva”

Por: Emy Miranda

E
Foto: Diva comprando en Tucci.
n la glamorosa ciudad de Buenos Aires  ser una “diva” es una labor muy difícil de implementar. Ahora bien ¿En que consiste ser una? Al igual que las princesas de los cuentos de hadas, las “divas” deben verse bien a toda hora del día, ya sea en el mercado chino o la panadería que se encuentra frente a su edificio. No existen las zapatillas en su mundo ¿Cómo se camina con eso? No obstante, se le dice sí a los zapatos de taco y plataforma alta de Ricky Sarkany.

Nuestro cabello siempre debe estar en condiciones. Hidratado, brilloso y sin puntas florecidas… ni raíces. ¡Qué horror! No obstante, desde luego que existen ciertos “tips” o “salvavidas” que nos socorren cuando no tenemos el tiempo suficiente para implementar ese necesario plan de belleza.

¿Cuáles son? El primero de ellos, útil para cualquier princesa de pelo largo (y rubio), consiste en utilizar un broche, o una colita, para recogernos el cabello cuando, luego de los cocteles de la noche anterior, debemos presentarnos en una reunión familiar con nuestra suegra.

Segundo tip: lentes de sol, grandes y cubritivos, lo suficiente para tapar las ojeras producto de fiestas pasadas o, por qué no, exámenes pasados. Después de todo, las “divas” también estudian en la universidad para asegurar su futuro y ser independientes.

Tercer y último tip: el make up! Siempre tengan en su cartera una base, de buena calidad, que coincida con su tono de piel y cubra esas pequeñas imperfecciones, producto de nuestro dinámico estilo de vida.

Foto: Junto a lector@s de "Emy Miranda".
Ahora bien, luego de tantas auto exigencias, ustedes se preguntarán ¿Y cuáles son los beneficios de ser una “Diva”? Tal vez, el hecho de que sabemos lo que queremos y, al definir nuestro estilo (ya sea glamoroso, andrógino, extravagante), enfrentamos los desafíos de nuestra cotidianeidad con sutileza y, lo que es mejor, siempre salimos victoriosas, sin ensuciarnos nuestros delicados zapatos.

Nuestras carteras son la envidia de muchas mortales a las cuales miramos con indiferencia cuando intentan sabotear nuestro outfit con su mala onda. ¿A caso no saben que una diva jamás se rebaja a peleas vulgares?

Sin embargo, existe una ocasión en donde este glamoroso ser, se descalza de sus Sarkany y se dispone a lo que sea. Y esto sólo sucede cuando se trata de proteger a su hombre amado. Quizá esa sea la verdadera kriptonita de una “Diva”.


O tal vez, observando la situación de otro ángulo, no se trate de una debilidad sino de todo lo contrario. El amor es nuestro punto de fortaleza, que nos levanta cuando perdemos un zapato y caemos en la pasarela. En otras palabras, sólo podemos ser una “Diva” si sabemos quiénes somos y, en mi opinión personal, si mi “chico de ojos café” se encuentra siempre a mi lado.

viernes, 19 de junio de 2015

Situaciones de amor y dolor

Masoquismo: ¿Más habitual de lo que pensamos?

Por: Emy Miranda

E
s un hecho. La implementación de actividades y situaciones masoquistas, en algunas relaciones amorosas, es tan habitual como ir a la peluquería a retocarse el cabello, o cambiar el look, antes de una cita romántica.

Foto: De compras en mi avenida favorita.
No obstante, mientras que me aferro al rechazo del pensamiento sado masoquista, debido a que no encuentro satisfacción en lastimar a la persona que amo y aún teniendo respeto por las parejas que lo encuentran como un elixir, no sólo para consumar el hecho sexual sino para su cotidianidad, me detuve un momento a pensar: ¿Acaso no todos somos
masoquistas en algún punto de nuestras vidas? ¿Es tan radical el pensamiento negativo hacia esta práctica tan milenaria como los zapatos de taco alto?  ¿O estamos utilizando la negación como una amiga para ocultar ciertas actitudes atractivas a cierto dolor?

Revisando algunos sucesos particulares de mi vida, encontré hechos que sin duda rondan en el campo del masoquismo. ¿Por ejemplo? El primero en mi lista: “Ir al shopping cuando sabés bien que no podes gastar más”. Es una situación tan dolorosa como placentera concurrir a un centro comercial, aún sabiendo que tus tarjetas de crédito están por llegar al límite, para observar las ofertas y descuentos en indumentaria. Y lo que es aún peor (segundo momento) es que, teniendo en cuenta tu mal momento financiero, te encojes de hombros y decís: “Sólo esta prenda, total el mes que viene me cuido”… ¡Y la compras! Sin embargo, en los siguientes treinta días vas a tener que restringir tu dieta a sólo arroz y pepinos.

El tercer momento de “dolor exquisito” se relaciona cuando, luego de pelear con tu novio y cortar el teléfono rotundamente de forma testaruda, te distancias y te mordés las uñas para no llamarlo. Peor todavía, si él tiene la razón. “¿Por qué debería llamarlo primero?” Y así, se produce el famoso “tire y afloje” masoquista en dónde deseas escuchar su voz pero el ego que tenemos dentro nos lo impide.   

Y para finalizar, el cuarto momento necesario y doloroso: “Calzarte esos hermosos zapatos que combinan genial con tu outfit de noche pero que, en el periodo de tres horas te van a apretar o sacar ampollas”. Aguantamos el dolor y ponemos carita de Barbie mientras que por dentro estamos insultando a todos los santos. ¿A quién no le paso?


Entonces, luego de un análisis breve pero profundo sobre dichas situaciones conflictivas llegué a la hipótesis de que, pese a todas las controversias y polémicas que produzca, el masoquismo siempre estará rondando nuestras vidas. Ya sea en un shopping, en un novio, o en la cama. Esta en cada persona aferrarse a él o sólo dejarlo ir. 

sábado, 6 de junio de 2015

La mística de Tucci

Tucci: la tierra prometida

Por: Emy Miranda

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Foto: En el probador con mi tapado.
n las historias medievales, religiones, mitos y leyendas, por lo general, siempre se menciona a una tierra mágica, codiciada y reconfortante. Un espacio o isla, nunca antes visto, que es poseedora de los tesoros más codiciados y metales brillantes. No obstante, este suelo prometido sólo espera, con los “brazos abiertos”, a todos aquellos
que batallaron arduamente y con honor, a lo largo de de su vida.

Mientras que algunos arqueólogos, piratas y chamanes, se desesperan, aún hoy en día, por hallar ese hermoso lugar paradisíaco habitado por seres hermosos y piedras preciosas, debo confesarles que yo lo encontré. Se llama Tucci y se encuentra dividido en parcelas, llamadas locales, a lo largo de la ciudad de Buenos Aires.

En esta tienda las afamadas “sirenas” se llaman vendedoras y atienden a todos los afortunados viajeros de la manera más cálida y con una buena asesoría de imagen.

Además, esta fantástica etiqueta envuelve los diseños más elegantes y originales ya que se encuentran modelos clásicos como extravagantes. ¿Y cuál de las dos opciones fue mi objetivo? Por supuesto, la segunda.

Inmerso en ese mar de objetos preciosos -compuesto por accesorios, jeans, blazer, sweters,  blusas, entre otros - lo único que deseaba era quedarme en esa mágica tierra prometida o, en consecuencia,  llevarme todo lo que pudiera a casa.

Foto: Saliendo de Tucci
Sin embargo, me detuve y al apreciar las nuevas prendas de la temporada, un destello de luz se desprendió de la vidriera.  Una luz que me llamaba, como si fuese un faro resplandeciente en medio de un oscuro mar atestado por niebla en cuyo caso yo era un pequeño barco velero guiado por el destello.

Levanté la mirada y ahí estaba: un hermoso tapado de piel rosa. Por donde lo mire era perfecto, delicado y original. ¡Todo un sueño hecho realidad! Y como si fuera poco, la “isla paradisíaca” me ofreció un importante descuento por abonar con mi tarjeta de crédito Visa. ¿Acaso podía exigir algo más?

Sin titubear y luego probarme varias prendas de Tucci, me decidí por el glamoroso y rozagante abrigo de piel. Decidí que era perfecto para estrenar en una cita romántica con mi “chico de ojos café” y así, sorprenderlo una vez más.


De todas formas, se dice que la clave de una relación duradera, es reinventarse y sorprenderse todo el tiempo y así nunca perder la magia, el brillo, el deseo y la mística de las “primeras citas”.