La ultima cartera
Por: Emy Miranda
A
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lo largo y ancho de mi vida debo reconocer
que, si bien no todo se me da de forma fácil, siempre que me propongo algo, lo
obtengo. Dicen: “Querer es poder”, y estoy de acuerdo con ello. Pese a los
difíciles obstáculos matutinos y conflictos típicos de la vida cotidiana,
considero que la solución para ello es confiar en nosotros mismos y enfrentar
el problema.
Foto: En el shopping Abasto con mi nueva cartera. |
En relación al
segundo motor que mueve mi vida, la moda, debo confesar que nunca titubeo al
momento de lucir y adquirir una prenda; siempre y cuando me sienta identificado
con ella. ¿Pensar en el qué dirán? No, señor@s. De todas formas, ¡el
pensamiento de una diva nunca debe ser negativo!
Por dicho
motivo, la semana pasada encontré, en un catálogo online de Blaquè,
una fabulosa cartera de tela, con diseño de cebra y manija de cuero, que me
enamoró de inmediato. Estaba a precio rebajado y la ocasión era perfecta para
salir a pasear.
Claro está que
tendría acompañante. “El chico de ojos café” siempre estuvo para escoltarme,
darme amor y apoyo en cualquier situación, y ésta no sería la excepción.
Mientras
viajábamos a la sucursal, de la afamada etiqueta, del shopping Unicenter,
imagina con cuál outfit combinaría mejor. No obstante, mis “sueños de opio” se
derrumbaron cuando mi amiga y vendedora me dijo que el modelo estaba agotado en
su local.
Sin bajar los
brazos, nos dirigimos a la tienda de Dot Baires, donde la encargada, luego de
darme la misma noticia del sitio anterior, se tomo la molestia de chequear, por
sistema, el stock del preciado tesoro que yo tanto quería y necesitaba. Cinco
minutos después, mi oráculo vestida de negro me dio la respuesta. Sólo dos
tiendas la tenían: Cabildo y el legendario shopping Abasto.
Lógicamente,
por cuestiones de cercanía, viajamos hasta mi avenida favorita del barrio de
Belgrano, donde nos recibió una pequeña boutique con escasos productos debido
al cambio de temporada y la consecuente liquidación. “El modelo es fantástico y
se vendió muy rápido” dijo la rubia empleada.
Ya sin ánimos
de caminar (mis zapatos de plataforma comenzaban a pasarme la factura por la
extensa jornada), estaba a punto de tirar la toalla y perder por nocaut, cuando
mi “chico de ojos café”, siempre atento, amable y preciso, tomó mi mano y
expresó: -“Vamos al Abasto”.
Las espejadas
y colosales puertas de ese hermoso y refaccionado edificio, nos dieron la
bienvenida y la esperanza de encontrar lo que buscaba. Fuimos directos hacia Blaquè,
y ahí estaba. Una vendedora sacó debajo de su escritorio un gran paquete con el
nombre de “Emi”. ¿Acaso era una adivina? ¿O una bruja con cara amable que sólo
quería alimentarse y me había atraído con un lujoso señuelo?
Fue una sorpresa
tremenda, cuando al abrir el envoltorio ahí estaba: tan llamativa como en el
catálogo, mi hermosa cartera de cebra.
Resulto ser, que mi dulce y
previsor Romeo llamó a la boutique y encargo el producto de forma previa. Me
dio otra gran alegría y cargó de energía al primer motor que mueve mi vida: el
amor.