Lejos… ¿Estamos mejor?
Por: Emy Miranda
L
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Foto; Outfit de nuestra cita-reencuentro. |
a semana pasada escuche a una
psicóloga, experta en parejas y conflictos amorosos, decir que una de las
claves para una relación duradera y armoniosa consiste en que las personas
involucradas en dicha unión afectiva tomen una distancia prudente. ¿De cuánto
tiempo? Aproximadamente una semana. ¿Por qué? El objetivo fundamental es que,
durante ese periodo se genere un sentimiento de “vacio” afectivo y los
individuos reflexionen sobre sus temores y conflictos para hallar una solución.
En cuanto
termine de escuchar ese argumento, en principio convincente, mi mente comenzó a
cuestionar la idea del distanciamiento propuesta por la licenciada. ¿Se trataba
de un simple mito, en cuyo caso las parejas atormentadas por la rutina se
alejan la una a la otra y, al volver, no encuentran una solución o era un
concejo tan real, como factible, que todo noviazgo debía tomar con el objetivo
de fortalecer su relación?
De forma
sorprendente y para poner a prueba la hipótesis de la especialista, mi “chico
de ojos café” se sometió a un inesperado “exilio”, ya que debía filmar un corto
para su último año de facultad, donde él tomaba protagonismo como guionista y
director de la película. Así, inicio la larga, larga espera…
El primer día
lo soporte muy bien. Miré mis series favoritas, visité todas las páginas de
las etiquetas más destacas de moda para
ver que podía adquirir de nuevo y hablé con mis amigas para distraerme.
El segundo y
tercer día, comenzaron las típicas dudas. ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Pensará
en mí? ¿Le llamo o mejor le escribo? Con temor a sonar trillado, los minutos me
parecieron horas. Ordene todas mis blusas, jeans, tapados, carteras, accesorios
y zapatos. Aún así el tiempo trascurría lentamente.
Para el cuarto
y quinto día (más allá de las llamadas y los textos de whatsapp que me enviaba
diariamente) me vi a mismo en la versión más “emo”, escuchando los temas
lúgubres y tristes de Evanescence. Pensaba en él todo tiempo. Sin embargo, me
mordía las uñas –sin dañar el manicure- para no convertirme en la típica “novia
histérica y celosa”.
En medio de
esa crisis de tensión, incertidumbre, angustia, inseguridades me pregunté: ¿Qué
tan positivo era ese “distanciamiento” en una relación amorosa? ¿Era necesario
padecer todos esos sentimientos poco gratos para un “supuesto” reencuentro
sensacional? ¿El resultado lo valía?
De todas
formas, era como guardar en el clóset esos hermosos zapatos Ricky Sarkany que
compraste con un gran descuento, con los que viviste situaciones inolvidables y
quedan bien con cualquier outfit. ¿Por qué padecer semejante martirio?
Quizá estoy mal “programado” y a
lo que pareciera que a algunas relaciones les favorece, a mí me juega en
contra.
Lo cierto, es que no todas las
personas son iguales. En consecuencia, no a todos les funcionará el mismo
concejo.
Día siete: acordamos una cita
luego de una extensa espera. Y como si fuera una primera cita, tarde horas en
elegir mi vestuario, la fragancia y los accesorios.
Cuando lo ví a mi galán de ojos café
lo noté distinto. ¿Había crecido más? ¿O ejercitó su musculatura? Tal vez si
haya algo benéfico en lo que dijo la doctora. No obstante, yo prefiero tenerlo
siempre cerca de mí.