lunes, 26 de enero de 2015

Cupído ¿viste de Akiabara?

El comienzo de una historia de amor

Por: Emy Miranda

É

l era perfecto, yo una piltrafa. Después de un rompimiento con “el chico rebelde” al cual yo creí domar para vivir lo suficiente a su lado, renuncié completamente al amor. Aferrado a los pocos valores que me quedaban, tomé a la moda como una cura para los llantos y la depresión. Me dejaron  luego de unos fogosos seis meses por un simple y complejo motivo: él no se arriesgaría lo suficiente por mí como para mantener una relación amorosa adulta y sincera. 

Foto: Reviviendo el momento en Akiabara.
Parecía que las flechas de Cupido no me favorecieron del todo. Quizá el famoso ángel, al momento de disparar con su arco, estaba alcoholizado o algo desorbitado. Después de todo, siempre se puede tener un mal día…

Y a los dos meses de haber finalizado mi cruel romance con el rebelde sin coraje (y también renunciado al diario donde escribía), lo conocí. Asombroso, seductor, humilde y varonil. Junto a sus profundos ojos color café, debo decir que él me encontró a mí.

En ese momento entendí que hacía a las princesas de los cuentos de hadas tan especiales: un príncipe que siempre las rescatara del caos que las rodea. ¿Acaso nunca experimentaron esa angustia y soledad luego de una mala relación amorosa y, por ende, la necesidad de ser auxiliados/as?  

Y como no podía ser de otra forma, él me cautivó de inmediato, como si fuera una hermosa prenda de Akiabara. Quizá, esta vez, mi ángel no sólo estaba en sus cabales sino que vestía a la moda y conocía muy bien mis gustos.

Era todo lo que quería y necesitaba para ser feliz nuevamente. En cuestión de semanas me devolvió la sonrisa y poco a poco, las orugas congeladas de mi interior se convirtieron en relucientes y cálidas mariposas.

Así, llegaron las primeras citas. Ésas en donde tardas horas en prepararte (aunque reconozco que aún lo hago), elegir el look ideal, los accesorios, la cartera y ese perfume que lo cautivará. Todo es perfecto y maravilloso. Un par de zapatos Ricky Sarkany, una camisa de Akiabara, una cartera de Blaqué y un jean ajustado. Todo es reluciente y llamativo.


En relación al amor, a veces, sólo a veces, sabemos cuál es el indicado. Ese hombre que nos sostendrá la mano en nuestros momentos de crisis, salvará nuestros desastres financieros, nos besará y dirá: “todo estará bien”.

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