Mi experiencia Sarkany
Por: Emy Miranda
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lguien, perdido en la gran
ciudad, dijo: “Para todo hay una primera vez y ésta siempre se recuerda
en lo más profundo de nuestra memoria”. Afortunadamente, y como no podía ser de
otra forma, mi flamante experiencia con uno de los más importantes diseñadores
argentinos de zapatos, Ricky Sarcany, me tomó por sorpresa la semana pasada
mientras almorzaba con mi “chico de ojos café” en el patio de comidas rápidas,
ubicado en el tercer piso del shopping Unicenter.
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| Foto: Junto a mi par Sarkany. |
En medio de
una muchedumbre de gente que, luego de realizar masivas compras en los
distintos locales de indumentaria, se encontraba ansiosa por alimentarse,
encontré una mesa disponible que luego se la cedimos a una pareja amiga que
tampoco hallaba un espacio utilizable para almorzar.
Allí, en medio
de un cálido almuerzo, donde son típicos los comentarios del clima y el trabajo,
observé una mujer de unos 30 años, con una fina bolsa de cartón, cuyo logo llamó
de inmediato mi atención: “Sarkany”. Terminé de tragar mi bocado, con gran
dificultad gracias a la sorpresa que me causó ver esa compra de hermosos
zapatos a fin de mes, cuando una adolescente se paseo frente a mí con dos
bolsas de la misma etiqueta. ¿Era una simple, pero curiosa, casualidad? ¿O
existía un hecho que unía a las dos?
No obstante, cuando
un joven de chupines ajustados y camisa entallada (obviamente gay) caminó
delante de mis ojos con tres cajas del mismo afamado local, mis dudas llegaron
a su fin. Sarkany estaba enviándome una señal para que fuera a su encuentro.
¡No podía ignorar esa fashionista señal del destino!
No llegué a
terminar mi dulce vaso coca-ligth porque corrí (una actividad poco recomendable
cuando tenés plataformas en tus pies) tan veloz como me fue posible.
Cinco minutos
después, me encontré en las elegantes puertas de Ricky Sarkany, atestadas por
tanta gente que deseaba obtener la mayor cantidad de zapatos y asegurarse la
exclusividad, en un magnifico evento llamado “La Barata”. Consistía en una
majestuosa liquidación de toda la indumentaria de la temporada.
Lo cierto, es
que nunca vi tanta gente en un diámetro tan pequeño, exaltada, contenta y
desesperada por conseguir sus nuevos “pies”. ¡Era una locura! Sin embargo,
reconozco que, en menos de cinco minutos, también me contagié por la euforia
del momento. Caminé, luché y empujé para abrirme paso entre el tumulto de
personas. Luego de algunos tropezones y bastantes pisadas, llegué a la mesa del
talle 40.
Ahí me
esperaban: unas finas botas de charol, color blanco y negro, con un delicado
taco. ¡Me enamoré en el primer instante! Aunque, claro está, que dudé y pensé
varios minutos antes de comprarlas con mi tarjeta de crédito, al ver ese
desfile de accesorios e indumentaria que estaba seduciéndome a cada instante.
Al finalizar
la extensa jornada, salí de la tienda sintiéndome muy afortunado por obtener
mis botitas Sarkany. Quizá una experiencia bastante agotadora, ya que había un
clima bastante competitivo entre los clientes, pero al mismo tiempo
gratificante debido a que obtuve una nueva “joya” para estrenar en mi próxima
cita amorosa.

Hola Emy...que linda columna,casualmente yo antes de ayer me compre unos zapatos de Ricky Sarkany,me enamore de ellos al primer instante que los vi,son plateados y turquesas,(amo el turquesa♥)...espero que en la próxima columna pongas una foto con tus zapatos nuevos...la espero con ansias...Besitos♥
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